viernes, 6 de agosto de 2010

Polonia, Chequia y Austria?

Las chicas de la gasolinera, eran muy majas, pero el sol de febrero salio de su escondite y ya era la hora de irse. 300km detrás, mi familia seguramente estaba durmiendo, después de una noche triste y larga.
El tráfico de coches en las calles de Katowice aumentaba y en la cabina de un único camión aparcado en la gasolinera, desaparecieron las cortinas negras. Una señal, seguro, de que el conductor de ese majestuoso renault magnum blanco estaba despierto, preparando todo para salir a la carretera. Cogí una posición estratégica en una de las esquinas de la gasolinera, para no perder de vista a mi "amigo" blanco que si hay suerte puede sacarme a mí y mi mochila de Polonia. No pasaron ni 10 minutos y salió de la cabina un hombre muy flaquito, muy bajito y feo de cojones. Parecía a una rata grande, con la cara chupada, un bigote negro fatal recortado y sin un diente. Después de esperar un par de minutos, a que el hombre vuelva después de echar la primera meada de la mañana, pegué un salto como si fuera una serpiente atacando a una ratita (nunca mejor dicho jajaja) y le pregunte - tuvé que emplear mucho las manos, ya que resulto ser italiano (no todos son como el Conde Lequio jajaja) - si sería tan amable de llevarme en su camión hasta Alemania. Con una fea (por lo de llevarse mal con los dentistas), pero sincera sonrisa me dijo que no, que no puede hacerme este favor, pero si quiero, puede dejarme en Cieszyn, en la frontera con Chequia. No está mal la idea - pensé metiendo mi enorme mochila en la cabina de más enorme aún magnum. El trayecto de unas horas desde Katowice a Cieszyn pasó en una amena "charla" con mi nuevo amigo camionero. El hombre entendía bastante bien en polaco así que después de decirme su nombre (no me acuerdo ya después de tantos años como se llamaba), me contó que lleva muchos años trabajando de camionero - lo que puede ser cierto teniendo en cuenta que rondaba los 60 años de edad, criticó el estado de las carreteras polacas y con un entusiasmo muy grande me hablaba de sus "ligues" con las putas de carretera (por cierto es muy triste tener que pagar por un polvo). Me parecía muy gracioso cuando juntaba el dedo pulgar con el índice, en forma de un órgano genital femenino, y metía la lengua entre los dedos explicándome lo que hacía con sus amigas de pago jajaja Ese hombre mayor en realidad era como un niño, pero parecía buena persona. Paramos por el camino para tomar un café y reunirnos un ratito con sus colegas camioneros. Después de unas cuantas horas estamos llegando a Cieszyn en el sur de Polonia, el camionero gracioso esta intentando explicarme que hay 2 pasos fronterizos - uno para los camiones y otro para los turismos y que mejor que me vaya a el para los turismos, me acerca a 100 metros del paso fronterizo para después dar la vuelta con un camión de 15 metros en una carreterucha de 2 carriles. Que simpático!

Es el domingo 22 de febrero del 1998, las 8.00 de la mañana. Con mi mochila - mi compañera de viaje - intento cruzar la frontera, pero no me dejan... Resulta que el paso fronterizo era solo para los coches, no para los viandantes. Doy la vuelta y me meto en el tercer coche, un viejo skoda 120 rojo y un par de metros después estoy de nuevo en la carretera, haciendo autostop con la intención de llegar a Alemania. Pasan horas, el tráfico desde Polonia casi nulo, pero en otro carril cientos de coches con matrícula polaca haciendo cola en la frontera, casi todos con esquí en el techo - los polacos volviendo de las vacaciones en el país de la cerveza. Sigo esperando, los bares ya están abiertos y yo sin un puñetero duro para tomar una birra, en la calle un grupo de chavales con las banderas de República Checa festejando el triunfo de la selección de hockey de su país y de repente se para un coche. Un viejísimo Mercedes de los que se usa todavía hoy en día como taxi en muchos lugares del mundo (por ejemplo Puerto de la Cruz - Tenerife). El mítico w123 rojo. Era un hombre ruso, volviendo de vacaciones en algún lugar de la extinta URSS. - ¿Me llevas a Alemania? - pregunté. -No hay problema, pero antes tengo que pasar por Austria - me dijo el hombre. Bueno - que más da. Prefiero estar sentado en un coche, que pasar el frío haciendo dedo, así que vámonos a Austria. No sé, si el velocímetro de viejo mercedes estaba estropeado o el ruso pisaba tanto, pero la aguja no bajaba de 170-180 km/h, era domingo, autopistas vacías, pero el cochazo tenía más de 20 años - hubo momentos que me acojonaba. Era la tarde ya cuando llegamos a la frontera. Aparcamos en un Duty Free ya que mi nuevo amigo ruso quiso comprar algo de vodka. Me acuerdo de estanterías llenas de Wyborowa (probablemente el mejor vodka del mundo) y de otras marcas - nuevas para mi en aquel momento. Ok, de nuevo en el coche para recorrer unos 100 metros hasta la terminal del paso fronterizo y llega la hora de sacar los pasaportes. Todo en orden, pero el policía pide que saque todo de la mochila. Lo voy sacando - calcetines, gayumbos, camisetas etc. Ok - parece que todo está bien. Nos devuelven los pasaportes, nos metemos en el coche y.... detrás veo corriendo un policía austriaco gritando en polaco: -Dinero! Cuanto dinero tienes? Pues voy sacando de mis bolsillos todo lo que tenía - unas 200 pesetas. El ruso - como vive en Alemania - lo estaba traduciendo lo que yo decía, que me voy a España, que voy a la boda de un amigo, que él me había invitado, que por eso no necesito mas dinero, que hago autostop y es gratis - claro - todo era mentira y.... y no coló... Nos despedimos el ruso y yo, nos dimos un abrazo, dijo que lo siente mucho y se fue. La policía fronteriza austriaca se llevo mi pasaporte a la caseta y me dijo que tengo que esperar... Ok si hay que esperar se espera. Hay que destacar en este momento que los austriacos y los alemanes quieren con igual fuerza (o más grande aún) a los polacos que los españoles a los moros. La cosa no pinta nada bien, pero eso os contaré en la siguiente entrada ;)

Continuará...